Saturday, July 26, 2008

Diario de la Expo 2


Ahora que estamos preparando el próximo concierto del día 2 (por cierto, tocamos como a las 2 de la madrugada, en teoría, tras The Martin Gore Experience, Manekee Djs y El Gran Puzzle Cózmico) me he acordado de que todavía no os había contado nada de nuestro paseo por la Expo. Como los buenos días merecen ser recordados, y más ahora que tanto escasean, aqui va mi humilde reportaje fotográfico de "Un día en la Expo". Las fotos son un poco Corbjin, supongo que me entendéis, pero el documento fotográfico de primera mano, no tiene precio. Las fotos buenas del concierto las hizo Pilar Irala y están en el USB de Nunca se convence del toda a nadie de nada, que por 12 eurillos + 3 de envío, podéis tener conectado a vuestro ordenata para siempre. Continuaré varios días porque El Pabellón Puente merece un capítulo aparte.
Y comenzamos por el principio, claro. Ya os conté cómo había trancurrido mi mañana y al fin llegó la hora de encontrarnos todos en la Plaza Mozart para ir con los coches al recinto. En la primera foto, Celeste, la hermana de Antonio, Nacho y Edi (nuestro mánager personal) con sus pases en la mano, acercándonos a la puerta. Más abajo, Jose, que venía a echar una mano con las luces, con el Pabellón de Aragón (precioso, en serio, y no es amor de madre) al fondo. Antonio (ya estaba nervioso, se le nota y además odia que le hagan fotos), Celes y un servidor, en la puerta de invitados.





Y al fin entramos!! Parece mentira pero cuesta un porrón. No hay más que ver las caras de felicidad de Edi (si ampliáis la foto se me ve con mi supercámara reflejado en sus gafas) y Nacho y Bea (la novia de Jose) cuando ya estábamos todos dentro. No sin antes burlar los detectores de metales (Nacho podía llevar todo tipo de material explosivo escondido en ese pelo) y a algún segurata despistado (mirar al fondo de la foto cómo Bea se camela al guardia para entrar con nosotros sin pase).












Cada 50 metros teníamos a alguien que nos acompañaba y entregaba el relevo (nosotros), al siguiente mozo/a de compañía. Primero con los pases, luego la puerta, luego un escaso tramo exterior y después varios a través del inframundo. Al entrar tienes la sensación de estar en El País de las Maravillas. Tened en cuenta que los trabajadores y los invitados entran por una puerta especial, que da directamente a los pabellones, sin la introducción que te dan las otras puertas. De repente estás en otro mundo. De sopetón en medio del jaleo. Y esto es lo que se ve: la calle principal de los pabellones internacionales cubierta con unas curiosas lonas que reducen la intensidad del solazo. Y de la luminosidad y el bullicio exterior, al subsuelo, verdadero centro neurálgico de la Expo.














Innumerables camerinos. Me fui por ahi a chafardear y me faltó un tris de entrar en el de El Circo del Sol a probarme trapos y desde la puerta hice esta horrenda foto-corbijn. Seguramente no habría entrado en ningun traje. No tengo tipo de acróbata yo, precisamente. Donde sí entré fue en el de nuestros vecinos DAB a saludar, pero se habían ido a ver el fútbol. No había nada que robar. Por cierto, ampliar la foto de nuestro letrero. Os juro que eso de "que buenos sois" ya estaba cuando llegué.



Los camerinos molan pese a estar a 27 kilómetros del escenario, a dos plantas por debajo y a dos parkings de distancia. Los subsuelos de la Expo son un verdadero laberinto de pasillos, parkings y oficinas, con jardines, zonas de descanso e incluso restaurantes para los trabajadores. Hay gente que vive allí desde semanas antes de la apertura, como Chema Fernández, organizador de los eventos musicales de toda la Expo, que vino a hacernos una visita mientras consultábamos los horarios. Luego nos cambiamos de camerino a dos más allá porque el ruido del extractor era insoportable y nadie sabía apagarlo. La desinformación esas primeras horas Expo era general, pero además de comprensible, resultaba divertido.




Pero si por fuera se vive la parte más lúdica, radiante y explendorosa de la Expo, aun quedaban en su cara oculta, mucho que terminar y mucho que arreglar de las inoportunas inundaciones de días antes... Así estaba el servicio más cercano al Balcón de Musicas el día de la inauguración. Qué cosas.

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