Luna Llena

Hoy he vuelto de uno de mis viajes relámpago.

Aprovechando los vuelos baratos y que tenía que hacer un par de cosas en Barcelona, he estado de nuevo en Milán para ver a mi amigo Pepe que es de México y está dando una pequeña vuelta por Europa. Para Navidad viene a España con su amigo italiano Angelo, pero no pasa por Zaragoza. Este viaje no he visto nada de Milán. Lo hemos dedicado a hablar, comer y hacer risas. Otra vez será. Me estoy aficionando a esto de los vuelos baratos. Incluso son divertidos: cuando en Ryanair logran llegar al destino antes de lo previsto, ponen una grabación de una marcha de caballería trompetera. Es como cuando en La Estación del Silencio, los domingos futboleros ponen una grabación prehistórica del himno del Zaragoza cada vez que meten un gol. En el avión, la gente ya aplaude antes de que pongan la marcha reclamándola. Vamos, que parece un viaje de fin de curso.
El resumen de los medios de locomoción de hoy ha sido:
01. Taxi de Milán a Cassina Goba
02. Bus hasta el aeropuerto de Orio en Bérgamo
03. Avión de Bérgamo hasta Girona
04. Bus desde el aeropuerto de Girona hasta la Estación Norte de autobuses de Barcelona
05. Metro hasta Rocafort
06. Coche hasta Badalona
(descanso para comer)
07. Coche hasta Santa Coloma
08. Metro hasta la Estación Norte
09. Bus hasta Zaragoza
10. El 35 y el 40 hasta mi casa
Y era luna llena.

Siempre que hay luna llena me acuerdo de una canción de Ana Curra y el triste final de su relación, con la muerte de Eduardo Benavente. Como si de una tragedia veronesa se tratase en la que cambiaron el final y la amante desconsolada, llora durante toda la eternidad la pérdida de su amado. Os pongo la letra y me voy a soñar.

LUNA NUEVA
Hoy hay luna nueva,
hoy perdurarán proyectos que nacen y no morirán.
Hoy voy a buscar; tendré que encontrar
a un chico moreno y muy blanco de piel.
Echame las cartas
dime qué va a pasar.
Te muestro mis manos, léelas.
Hoy no hay luna llena,
hoy no hay que temblar.
No todos mis sueños fracasarán.
No quiero tragedias,
no quiero llorar.
Me queda el recuerdo hasta el final.
Echame las cartas
dime qué va a pasar.
Te muestro mis manos, léelas.